
La Reforma rural integral, primer pilar de los Acuerdos de paz, plantea la agroecología como método fundamental para el fortalecimiento organizativo y económico de medianos y pequeños productores. ¿Cuál es la relación entre la agroecología y la construcción de paz en Colombia y en el mundo?
El campesino ha sido la principal víctima del conflicto armado en Colombia que aún perdura. El tema de la propiedad de la tierra es particularmente crítico en el contexto colombiano y sigue generando tensiones entre comunidades a nivel local. Más allá de quién posee la tierra, es de vital importancia preguntarnos como ciudadanos de un mismo territorio ¿Cómo queremos convivir en él? Preservar los ecosistemas frente a las numerosas amenazas ambientales y construir soluciones económicas que nos permitan a todos tener una buena calidad de vida, deben ser prioridades. En otros términos, se trata de pensar en cómo generamos más cooperación en el territorio y menos desigualdad para que todos puedan vivir dignamente mientras se preservan los recursos naturales que constituyen la fuente de vida de la comunidad y la condición de su emancipación en el campo.
Por lo tanto, la agroecología se plantea no solo como un modelo agrícola sostenible sino también como una propuesta alternativa frente al modelo agro-industrial convencional. Este, a través del monocultivo y uso de agroquímicos, afecta los equilibrios ecosistemicos, contamina fuentes de agua, reduce la riqueza de los suelos, amenaza la soberanía alimentaria e impacta la salud de campesinos y consumidores.
I La situación crítica del campesino en el contexto actual
En Colombia, como en muchas partes del mundo, el campesino tiende a desaparecer. Pobre, endeudado, sin tierra o con muy poca, sin oportunidades para vender y a veces amenazado, no le queda ninguna otra opción que emigrar a la ciudad o a su periferia. Esta situación resulta injusta para poblaciones que ancestralmente han vivido del producto abundante de la tierra, cuidando de esta y manteniendo su equilibrio y ciclos naturales.
El campesino colombiano de hoy apenas sobrevive con su producción agrícola: no le alcanza para vivir y mantener a su familia. El endeudamiento con altas tasas de interés y el trabajo de jornalero le permiten complementar sus ingresos a costa de su vida familiar y de una visión clara y serena de su futuro.
Además, la falta de mano de obra en el campo que se incrementa con el éxodo de los jóvenes hacia la ciudad, los bajos precios de las cosechas y el control de las semillas han favorecido el monocultivo, en particular de café. Colombia, un país que puede producir miles de variedades todo el año, se ve obligado a importar la mayoría de sus alimentos (Ver el vídeo El chicharrón de la tierra), a veces producidos en condiciones dudosas en el otro lado del planeta, aumentando la huella de carbono y los daños ecosistémicos a nivel global.
¿Por qué resulta tan complicado tener acceso a una vida digna en un territorio tan rico como el de Colombia?
II Una respuesta colectiva para una mejor calidad de vida
Frente a esas paradojas, desigualdades e injusticias, la agroecología quiere devolverle al campesino su dignidad, cambiar las prácticas productivas y comerciales para una mejor convivencia entre los ciudadanos, y detener el proceso destructivo de la naturaleza -flora y fauna- y de la vida humana. Por un lado, la distribución equitativa de la riqueza depende de la organización colectiva de todos los actores del territorio: mejorar los procesos de producción, diversificar y acopiar los productos, estructurar el transporte, crear espacios de comercialización con condiciones justas… Por otro lado, si la naturaleza y la tierra son las únicas fuentes de vida, a las que debemos nuestra existencia como seres humanos y nuestros ingresos como ciudadanos y actores económicos, es de nuestra responsabilidad colectiva protegerlas y mantener las condiciones de su reproducción y permanencia.
La agroecología significa adaptar las prácticas agrícolas a la necesidad de preservar el medio ambiente y al mismo tiempo, incentivar la organización colectiva pertinente a nivel local para generar una economía local incluyente y justa. Si el campesino logra una vida digna a partir de su actividad agrícola y de la defensa de su territorio contra usos nocivos e ilegales, las oportunidades en el campo empiezan a crecer, la biodiversidad se preserva, la salud de todos se ve mejorada y la convivencia entre todos y con la naturaleza empieza a florecer de nuevo: no es nada menos que la construcción de la paz.
Para resumir, la agroecología trae beneficios a nivel del productor, de su región y del planeta:
Una alternativa viable para el productor
Una economía local dinámica y sostenible
Una necesidad para el futuro de la humanidad
Más información sobre la agroecología y su aplicación en Colombia:
Características de la Agroecologia una Agricultura Más Sana – TvAgro
https://www.youtube.com/watch?v=B0q2sCXk6cQ